Estucar: el arte de dar alma a las paredes
- Administrador
- 25 may
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Estucar es mucho más que aplicar un material sobre una superficie. Es una acción ancestral, cargada de técnica, de belleza y de intención. Cuando hablamos de estucar en Ganbatte, hablamos de transformar lo cotidiano en arte, de vestir los muros con textura, historia y emoción.
¿Qué significa “estucar”?
El verbo estucar hace referencia a la acción de aplicar estuco sobre una superficie para alisarla, decorarla o protegerla. El estuco puede elaborarse con diferentes materiales —cal, yeso, cemento, polvo de mármol o pigmentos minerales— y su aplicación artesanal permite crear acabados que van desde lo más liso y brillante, hasta lo más rústico y orgánico.
Pero estucar no es solo una técnica, es un oficio que requiere sensibilidad, conocimiento de la materia, ritmo y respeto por los tiempos de secado, las capas, la humedad y la temperatura.

Un arte con raíces milenarias
Estucar es una técnica con miles de años de historia. En el Antiguo Egipto ya se utilizaba para embellecer templos y tumbas; en la Antigua Roma, para imitar el mármol; en el mundo islámico, para crear relieves geométricos y caligrafías sagradas. En el Renacimiento y el Barroco, los estucos alcanzaron su máximo esplendor en palacios e iglesias, como símbolo de sofisticación y saber hacer.
Hoy, en pleno siglo XXI, estucar vuelve con fuerza como una alternativa estética, ecológica y consciente frente a materiales sintéticos y fríos.
Estucar no es sencillo, se trabaja. Su coste responde al tiempo, la destreza y la materia que requiere su ejecución.
En Ganbatte, usamos áridos naturales compactados a mano, trabajamos con agua de forma medida y precisa, y aplicamos cada capa respetando los tiempos de secado y absorción del muro. Se necesita:
Controlar la compactación del árido, que da cuerpo y consistencia al estuco.
Saber jugar con el agua: ni más ni menos, para lograr plasticidad sin perder firmeza.
Dominar los arrastres, esos movimientos delicados con la llana o espátula que dan textura, ritmo y personalidad a la superficie.
Aplicar capas finas y repetidas, puliendo, quemando o matizando cada una según el efecto deseado.
Todo esto requiere oficio, paciencia y sensibilidad. No es un trabajo rápido ni estándar: es artesanía mural.



